De la fuerza creadora, la conciencia infinita, llega un último mensaje con el que se cierra este breve conjunto de cinco artículos.
En el artículo anterior, yo, la conciencia infinita, te anuncié que después de tu despertar iniciarás un proceso de conexión conmigo que tras un tiempo te llevará a sentir que no hay diferencia entre tú y yo, pues somos uno y lo mismo.
Ahí en la tierra dispones de elementos de trabajo para recorrer la primera etapa de ese camino. Otros seres antes que tú ya lo transitaron y han dejado señales de ayuda. Yo, ahora, te muestro cómo avanzar rápido y seguro para alcanzar la meta: Cuando des un paso en el camino que te trae de vuelta a mí, piensa que yo estoy en cada uno de tus hermanos.
Te digo: Maravíllate de cada uno de ellos, cómo son, lo que hacen, la manera de afrontar sus dificultades, sus vidas, cómo buscan lo mismo que tú, ser felices. Respétalos y apóyalos siempre y ámalos en todo momento.
Esto no es contrario a que si en algún momento crees que sus acciones le dañan a él o a otros, se lo digas. Díselo con respeto, aunque con firmeza si ese fuese el caso. Pero recuerda que en cada uno de tus hermanos existe la misma sabiduría (tal vez aún dormida) que está en ti.
Es posible que su modo de despertarla no lo comprendas por ser diferente al tuyo. Con el tiempo empezarás a entender que los pasos que da un hermano, las acciones que realiza y las decisiones que toma, son necesarios. Más allá incluso de que creen dolor o sean del todo incomprensibles. Más tarde equilibrará esas energías y avanzará al aprender de su proceso.
Sigue este camino sin desmayo hasta que llegue un momento en el que tus hermanos te miren y sientan que pueden contar contigo de modo incondicional, con tu apoyo, con tu orientación, o sencillamente porque al estar tú ahí reciben el amor que en cada momento sale de tu corazón, mi mismo amor.
Este camino es garantía total de que llegas a mí, la conciencia infinita. Podrás apoyarlo con técnicas, retiros, actividades, meditaciones, lo que sientas. Pero esto que te digo es la base: Crea en tu corazón un espacio para tus hermanos, un espacio sagrado, y cuídalo cada día y cada instante para que en él estén bien y reciban lo mejor. Y lo mejor es tu amor incondicional, y recuerda siempre que cada uno de ellos soy yo. Te amo.