PROCESO EVOLUTIVO DEL ALMA HUMANA (1 de 3)

 

EL ALMA GUARDA UN TESORO

Al comenzar su proceso evolutivo aquí en la Tierra el alma del ser humano se halla vacía, con sus atributos aún por desarrollar. En el transcurso del tiempo la persona hace frente a multitud de experiencias que abarcan todos los campos de la existencia. Solo en esta vida cada uno de nosotros hemos afrontado miles de vivencias. Si nos abrimos a la posibilidad de que podamos haber vivido otras vidas anteriores y que aún nos puedan quedar otras posteriores a esta, el número total de nuestras experiencias sube de manera exponencial.

En el nivel de nuestra personalidad calificamos las experiencias como deseables o indeseables, según la felicidad o el sufrimiento que nos ocasionan. Sin embargo, hablando en términos de progreso evolutivo, para que una vivencia sea útil es irrelevante que sea agradable o desagradable, pues en ambos supuestos nuestra alma extrae de ella el aprendizaje que contiene para así avanzar hacia su maestría.

Veamos una analogía. Imaginemos una colina en la que en la tierra solo se ven piedrecillas, rocas y arena, aunque también hay partículas de oro que pasan desapercibidas al estar entremezcladas con esos minerales. Para obtener el oro (el tesoro que la colina guarda) se necesitará una maquinaria capaz de detectarlo y extraerlo. El alma realiza una tarea similar a esta, pues a menudo no nos es posible ver la enseñanza vinculada a una experiencia —el tesoro que contiene—, pero el alma sí cuenta con capacidad para descubrirlo.

Esta facultad del alma humana de detectar la enseñanza que una circunstancia proporciona es una potestad inherente a su esencia, y podría formularse como una ley, la ley del alma: “Cada vez que un ser humano vive una experiencia, su alma descubre y conserva la sabiduría que dicha experiencia contiene”.

Veamos un ejemplo. En la vida se nos presentan situaciones en las que concedemos o denegamos la ayuda que alguien nos pide. En otras ocasiones somos nosotros los que solicitamos ayuda, que igualmente se nos podrá prestar o no. En unos casos la ayuda que se demanda podrá ser necesaria, incluso vital, y en otros será prescindible… Los casos particulares pueden ser muchos y muy variados, y en todos ellos el alma de cada uno de los afectados extraerá la sabiduría correspondiente. De esta manera, con el transcurso de los años, la persona acumula gran cantidad de vivencias al tiempo que su alma alberga una amplia sabiduría rica en detalles.

La base de nuestro aprendizaje procede de las tres clases de relaciones que puede realizar un ser humano: Con los demás, consigo mismo, y con la Tierra. La ley del alma se cumple en todo el ámbito de nuestras interacciones con los demás, como acabamos de ver en el ejemplo de ayudar o no ayudar, pero igualmente se activará esta ley en cualquier supuesto diferente como pueden ser los casos de tratar a alguien con afecto o con antipatía; hablar bien de otro o calumniarle; cumplir correctamente las tareas laborales y familiares o evadirse de ellas…

Así mismo se pondrá en marcha la ley del alma en las relaciones de cada uno consigo mismo, como al vivir episodios de salud o de enfermedad; en las épocas de mayor o menor abundancia de bienes materiales; al sentirnos más o menos satisfechos con el cuerpo físico o con el carácter que tenemos…

Y, finalmente, también se hace presente esta ley en la vinculación que mantenemos con la Tierra y todo lo que es en ella, como los reinos animal y vegetal, la atmósfera, los ríos y los mares…

¿Es necesario vivir muchas experiencias para que nuestra alma llegue a ser sabia y, en consecuencia, llegar a alcanzar la plenitud? Tengamos en cuenta que no hay modo de desarrollar la maestría si no se ha vivido todo lo que es posible sentir aquí en la Tierra. ¿Cómo podré amar al que se comporta de una forma que a mí me parece desagradable, absurda o agresiva? ¿Es posible que se halle condicionado por causas que desconozco al no haberlas vivido yo? En este plan de infinita perfección, amor y sabiduría, como es el caso del proyecto evolutivo humano, solo al conseguir la realización podré sentir que soy uno con los demás y con todo el planeta.

Con el transcurso del tiempo, el elevadísimo número y la diversidad de enseñanzas que recibimos van enriqueciendo continuamente nuestra alma, que alcanza una enorme y variada sabiduría, una especie de biblioteca que abarca todos los aspectos de la existencia humana.

Hay un factor común en todo ser humano a lo largo su proceso evolutivo: Su grado de maestría permanece velado para él y también para los demás. Así hasta que llega el día, mágico y sagrado, en el que el alma comparte con la persona la sabiduría que alberga y protege. En ese momento la persona se hace consciente de su nivel de maestría y, desde ese instante su vida cambia totalmente, pues deja de estar condicionada por su personalidad y se alinea con el propósito divino para la especie humana: Unidad, Sabiduría y Amor.

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Juan José

2 comentariosDejar un comentario

  • Gracias Juanjo..!! Eres esa Hermosa Alma que se manifiesta con tus sabias palabras, tu tierna mirada, alegría, ejemplo. Un gran abrazo cariñoso y besos. Juani

    • Gracias por tus «piropos». Lo esencial es que la entrada nos pueda aportar algo. Hoy sábado publico la segunda parte y en un par de días la tercera y última. Un abrazo.

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