Los seres humanos nacemos en la Tierra para vivir experiencias y aprender de ellas. En nuestro interior habita el Ser, una energía espiritual que carece de forma, de peso y de volumen. El Ser es la Presencia divina en cada uno de nosotros y no está sujeto a ninguna de las limitaciones de este plano material. Entonces, ¿qué intención le puede impulsar —ya que es perfección máxima— a encarnar en un cuerpo físico? Adopta la forma humana con la finalidad de crear energía de vibración amor en este planeta en evolución.
Para hacer realidad este fin el ser humano encarna repetidamente durante el número de vidas necesarias para que su alma alcance la plenitud. Esto lo consigue viviendo dos etapas bien diferenciadas la una de la otra.
PRIMERA ETAPA
Al inicio de su proceso evolutivo, el alma del ser humano se encuentra vacía, en blanco, con sus atributos aún por germinar puesto que el humano que la acoge carece de experiencias. En esta primera etapa, el propósito es activar el amor y el sentimiento de unidad con los demás hasta un cierto punto. Esto le lleva a experimentar y a someterse a multitud de pruebas durante un extenso periodo de tiempo.
En la actualidad ese largo intervalo de tiempo está acabando lo que significa el final de la primera etapa para la comunidad humana. Llegada la ocasión, y al nivel que le corresponde, cada persona va a sentir un cambio de estado al hacerse consciente del potencial que ha desarrollado en su alma. Despertará a una realidad diferente para continuar su evolución disponiendo de una lucidez y de un poder de los que antes carecía.
A la vez que la humanidad termina esta etapa evolutiva, la Tierra experimenta un salto de conciencia que le va a permitir albergar al conjunto de seres humanos que, de modo simultáneo a ella, también han subido de vibración. Desde esos instantes la Tierra y la nueva humanidad se hallarán en convergencia armónica.
Al acabar esta primera etapa, las almas de todos los seres humanos no poseerán el mismo esplendor. De hecho un número significativo de ellas puede no haber logrado los objetivos de esta etapa. Estas diferencias pronto conducirán a que el colectivo humano se escinda en dos grupos.
El primero estará formado por los seres humanos que sientan de modo genuino que es imprescindible, y apremiante, crear una sociedad basada en una nueva escala de valores.
El segundo grupo lo constituirán aquellos que respalden un sistema social igual o similar al actual.
SEGUNDA ETAPA
La tarea esencial del primer grupo será la de crear una base de convivencia con las condiciones idóneas para vivir la que hemos llamado segunda etapa. En ella cada ser humano proseguirá su recorrido hasta llegar a sentirse en comunión con el planeta y con toda la vida que este sostiene. Esto significará la conclusión de su crecimiento evolutivo aquí en la Tierra, ya que el alma de la persona habrá alcanzado el nivel de amor planetario, el máximo que es posible desarrollar en este plano material. La Tierra, con una superior vibración, supondrá un valioso apoyo en esta etapa.
Los seres humanos que formen parte del segundo grupo no participarán en la creación de la Nueva Sociedad al no sentirse afines con los principios en los que esta se sustenta. Continuarán su proceso experimentando y aprendiendo en otros ámbitos hasta que su alma se sienta preparada para integrarse en la Nueva Sociedad.
De este modo, aunque a diferente ritmo, la totalidad de los seres humanos dará el salto a un grado superior de conciencia. Recordemos que somos una unidad, y el que no da el salto ahora se verá motivado, guiado, arrastrado por los que sí lo dan. Toda la humanidad llegará a la plenitud al final de la segunda etapa, momento en que el ser humano se sentirá en comunión con el resto de vida que habita en el planeta y con la propia Tierra. Después cada ser proseguirá su avance en otros escenarios no materiales incrementando su luz y su amor.