De manera inconsciente tenemos la costumbre de clasificar por orden de importancia todos los elementos que nos afectan, destinando más atención y recursos a aquellos que consideramos más esenciales. Por norma situamos en primer lugar lo que nos repercute directamente, a continuación lo que influye en la familia, amigos, vecinos y compañeros de trabajo…
Las jerarquías que ahora establecemos son fruto del actual nivel de conciencia. En el momento en el que nos hacemos conscientes de la sabiduría que guarda el alma, lo que se suele llamar el despertar, vibramos en un grado superior en el que comprendemos que todo lo que existe es parte de una unidad mayor. Desde ese instante sentimos que la tierra y lo que hay en ella forman un entero, una unidad.
En los estados avanzados de conciencia las clasificaciones a las que estamos acostumbrados dejan de ser útiles. ¿Esto quiere decir que vamos a prestar la misma atención a un ser humano que a un animal? Con una conciencia elevada las respuestas a preguntas de esta naturaleza surgen de la sabiduría interior de la persona de modo sencillo y natural.
Al calificar a los seres, temas o cosas como más o menos importantes, gran parte de nuestra atención está puesta en lo que ocupa los primeros lugares, y de esta forma podemos dejar de lado algo que no es significativo para nosotros pero que sí lo es para otros muchos. Tras el despertar sentiremos la verdad que estas palabras encierran.
¿Qué relación tenemos con la tierra? Honestamente creo que la humanidad se está equivocando en su conexión con ella. Hace años nos parecía natural pescar, cazar y talar árboles aunque esas especies estuviesen en peligro de desaparecer. Los recursos del planeta estaban al servicio de la mayor producción posible, sin límite alguno. ¿Y qué decir de los vertidos fuera de control a los ríos, mares y atmósfera? ¿Se puede alegar que se ignoraban las consecuencias de aquellas conductas?
¿A qué justificación podemos acogernos ahora? A través de los diferentes medios de comunicación disponemos de abundante información que nos anuncia que al contaminar el agua, el suelo y la atmósfera dificultamos nuestras vidas y las de las especies con las que compartimos el planeta, además de no tener en cuenta a las futuras generaciones.
Las medidas que dedicamos a revertir la preocupante realidad que hemos creado son muy escasas y claramente insuficientes, aunque están en concordancia con el grado de conciencia actual de la humanidad. ¿Es posible que muchos seres humanos piensen, e incluso crean, que la tierra les pertenece?
Estos comportamientos irresponsables, ¿podrán darse en la nueva sociedad? No hay duda de que cuidaremos la tierra y lo que contiene con atención y gratitud, pues ¿cómo concebir la vida humana faltando el agua, los vegetales y animales, y con el aire de la atmósfera contaminado? Además, el despertar nos induce a sentirnos en unidad con todo lo que nos rodea, y un ser humano con esa vibración cuida y protege aquello a lo que se siente unido, al igual que ama a un familiar, a un amigo o a su propio cuerpo.