Los maestros y seres realizados nos revelan que somos una extensión de la esencia del propio creador. ¿Hay algo en mí que me anuncie o muestre, aunque sea mínimamente, que tengo esa cualidad celestial de la que ellos hablan?
Yo, como la mayoría de las personas, vivo identificado con mi cuerpo físico y eso es lo que siento que soy y lo que me proporciona felicidad o sufrimiento. Si mi cuerpo está sano y mi mente en paz e imaginando un presente y un futuro agradables, soy feliz. Si algo de esto se altera mi felicidad menguará o desaparecerá, y es muy probable que su lugar lo ocupe el sufrimiento.
A menudo me noto limitado y muy poca cosa y, a decir verdad, no siento ninguno de los extraordinarios atributos que deberían darse a conocer por gozar de naturaleza divina. Es un estado que no tiene cabida en la realidad que vivo cada día, y más bien parece un sueño, una ilusión…
Por otra parte, si miro el comportamiento que tenemos los seres humanos, lo que hacemos, decimos o proyectamos, nuestras relaciones… en nada de ello veo atisbos de la esencia divina que nos atribuyen. ¿En qué puedo apoyarme para averiguar si está en mí aunque aún no se muestre? ¿Con qué cuento?
Tal vez mi manera de indagar no sea la adecuada y tenga que hacerlo de otro modo. Voy a mirar en mi interior, sin buscar y silenciando mi mente, y es posible que entonces se me manifieste lo que en verdad soy…
Paso así un tiempo hasta que desde el fondo de mi ser surge una voz: «La única razón por la que tú y el resto de los seres humanos estáis en la tierra es la de mostrar el amor de dios, y para ello es imprescindible que poseáis su misma naturaleza, pues ¿cómo sino expresar algo tan sublime? La esencia del creador está en tus hermanos y está en ti, y en su momento la vas a sentir. Confía».
Comenzasteis a encarnar repetidamente como semillas divinas —velados a la plenitud que ya erais— con el fin de desarrollar en vosotros el amor del creador y anclarlo aquí, y de esta forma completar la belleza física de la tierra con el atributo más valioso de la creación. Vuestro despertar es el punto de salida, y cada paso que deis os acercará a la meta.