A lo largo de su proceso evolutivo el ser humano vive multitud de experiencias, al mismo tiempo que su alma, su dimensión interior, extrae de ellas la sabiduría que contienen. Con el paso del tiempo esa sabiduría que el alma custodia llega a ser más o menos elevada, pero permanece oculta para la persona hasta su despertar, momento a partir del cual puede hacer uso de ella.
Un ejemplo puede ayudarnos a ver esta idea con mayor claridad. Imaginemos que alguien que dispone de pocos recursos económicos desconoce que en el banco tiene una cuenta con una considerable suma de dinero. Vivirá con escasez hasta el día en el que descubra que es dueño de un elevado capital del que puede disponer a voluntad. Algo análogo le sucede a la humanidad, pues cada ser humano posee en su alma una potencialidad de la que no será consciente hasta que se produzca su despertar.
En un momento cercano en el tiempo va a darse un acontecimiento de repercusión planetaria, una especie de iniciación para la humanidad. Esa incidencia no será violenta ni catastrófica, pero exigirá una respuesta individual de cada uno de nosotros. Para poder dar su respuesta particular a ese hecho, en cada persona despertará, total o parcialmente, la sabiduría que alberga en su alma, su nivel de conciencia, que es diferente de unos seres humanos a otros.
Al despertar las personas con distintos niveles de conciencia llevará a que la humanidad se escinda en tres grandes grupos. Uno estará formado por aquellos cuya alma les impulse a crear una nueva sociedad con una escala de valores diferentes a los de la de la sociedad actual; en un segundo grupo su vibración interior les hará decidirse por permanecer en el modelo actual de sociedad. Surgirá también un tercer grupo integrado por los que tengan dudas y se encuentren indecisos entre apoyar o no la creación de la nueva sociedad.
Durante un tiempo habrá una cierta confusión, que podrá ocurrir incluso entre personas de un mismo entorno, lo que generará fricciones en nuestras relaciones, pues se intentará convencer al otro para que cambie de grupo, aunque finalmente es el alma de la persona la que decide.
Estos roces se darán entre los integrantes de los grupos uno y dos, pues el grupo tres, el más numeroso al principio, pronto irá disminuyendo al integrarse sus miembros en los otros dos grupos, hasta llegar a desaparecer.
¿Qué magnitud podrían alcanzar esos enfrentamientos? Más que responder de modo directo a esta pregunta, pues es algo que no me corresponde, creo que nos será más útil un ejemplo. Supongamos que una persona con un problema importante de salud acude al médico. Este le propone una intervención quirúrgica que supone un cierto riesgo y que dará lugar a un postoperatorio con muchas molestias. Añade: “No hay otra opción. Es esto que te propongo o tu salud va a deteriorarse rápidamente, y ello te conducirá a un desenlace fatal en un breve periodo de tiempo”.
Es esencial que la nueva sociedad se establezca. ¿Tiene algún sentido seguir naciendo en la tierra durante otros miles de años sin lograr entendernos, deteriorando aún más el planeta y que este deje de ser apto para la vida de las futuras generaciones? Es la hora de diseñar un nuevo modelo de sociedad afrontando los obstáculos que se presenten, tal como le decía el doctor al paciente: “No hay otra salida”.
El proyecto del grupo uno de crear una nueva sociedad tendrá como meta alcanzar mayor unidad entre nosotros, y al estar en línea con la Ley Divina para el proceso evolutivo humano llegará a materializarse, aunque no de modo inmediato tras el despertar humano. Una transformación de tal magnitud requerirá de un cierto tiempo hasta consolidarse.
Estos razonamientos que aquí se están utilizando son de tipo mental, pero tras el despertar se percibirán como vibraciones auténticas en el alma de cada integrante del grupo uno, y activarán en la persona una fortaleza y una serenidad que le llevará a sentir que lo que antes parecían obstáculos insalvables, ahora solo son dificultades que pueden superarse con esfuerzo y confianza.