Hace unos 8.000 años una nave procedente de un planeta de la galaxia Clauster, habitado por una raza humanoide, llegó a la atmosfera de la Tierra y desde entonces permanece ahí en modo invisible. La nave alberga en su interior a un grupo de nueve humanoides que son relevados con regularidad. Su avanzada tecnología les permite hacer esa sustitución en unas pocas horas.
Estos individuos tienen muchas similitudes con los seres humanos, aunque ya han conseguido un elevado desarrollo de sus cualidades internas, algo que a nosotros aún nos llevará un tiempo lograr. Han venido con la intención de estudiar el singular proceso que estamos viviendo los habitantes de la Tierra, con el fin de llevar a su planeta la enseñanza que esta observación pueda proporcionarles.
Su misión ha finalizado, y en apenas unos días regresan definitivamente a su lugar de origen. Antes de marcharse nos entregan este breve resumen escrito de lo que han percibido.
“Al llegar a este mundo descubrimos pruebas de que al comienzo de vuestro proceso evolutivo vivíais como nómadas. El reto más importante en aquellas primeras etapas fue conseguir alimentos y encontrar lugares o cuevas en los que guareceros del clima, de los animales salvajes y de otros humanos hostiles. En ese periodo las luchas entre vosotros eran continuas.
Unos cientos de años después de nuestra llegada a la Tierra comenzáis a crear los primeros asentamientos, lo que os procura una defensa común. En esa fase se inicia la agricultura en los terrenos cercanos a los poblados. Durante varios miles de años vuestra vida es muy primitiva, sintiendo asombro y temor ante muchos de los fenómenos naturales al creer que son producto de la magia o de fuerzas que están más allá de toda comprensión. Las guerras en estas épocas remotas siguen siendo muy frecuentes.
En los últimos tiempos disponéis de medios que os facilitan notablemente la vida, como son la manera de comunicaros, el modo de desplazaros de un lugar a otro, o la capacidad de producir y conservar los alimentos. Igualmente, el ser humano ha logrado un enorme avance en los ámbitos de la medicina, la ciencia, la construcción y en varios más.
Por el contrario, en buena parte de las parcelas esenciales de vuestra vida el progreso ha sido escaso, cuando no nulo. En estos momentos de nuestra partida, la raza humana aún no ha desarrollado el sentimiento de que la humanidad es una. La confrontación permanece entre vosotros. Muchas personas creen ser superiores a otras por temas que carecen de importancia y significado, como son el color de la piel, el lugar de nacimiento, el nivel de riqueza, las creencias religiosas…, y otros. A menudo, esos motivos no sustanciales crean división y enemistad.
Al leer estas breves reflexiones, carentes de juicio y dichas con un profundo respeto, no penséis que nos vamos con las manos vacías. Hemos apreciado numerosos gestos vuestros de ternura, apoyo y solidaridad, y aunque sentimos que sois poseedores de un enorme potencial, pensamos que habéis dado la espalda a la Tierra que os acoge y a la naturaleza que os muestra su sabiduría.
Observad un hermoso árbol de los muchos que hay en vuestra floresta. Para alcanzar sus objetivos el árbol trabaja como una unidad. Las raíces absorben agua y minerales del terreno y, a través del tronco y de las ramas, esos nutrientes llegan a las hojas y a los frutos. Es su cualidad de operar como un entero la que da al árbol su capacidad de manifestarse como un ser completo, bello y útil: acoge vida, aves, insectos…; purifica el aire que respiran las personas y también los animales; ofrece sus frutos como alimento, y sus semillas para perpetuar la vida.
¿Algo de todo esto podrían hacer las raíces, las ramas o las hojas por separado? ¿Tal vez el tronco? Cuando surge un desafío, el árbol lo afronta desde la totalidad y entonces le es más fácil superarlo. De igual forma, desde el momento en el que cada ser humano sienta que forma parte de una unidad mayor como es la humanidad, las respuestas que dé a las dificultades que se le presenten serán más eficaces, y de menor coste en dolor y sufrimiento.
Ahora que aún os sentís separados a nivel de individuos, de empresas y de países, mirad cómo afrontáis la difícil situación de la pandemia, y de qué modo tan distinto podréis vivir un reto como este, u otro diferente, tan pronto os sintáis parte de una auténtica comunidad en la que cada miembro cuida a los demás como a sí mismo.
Llegada la hora de regresar, os expresamos nuestro amor y consideración, con el deseo de que en un futuro cercano podáis visitarnos y fundirnos en un abrazo de unidad. ¡Hasta pronto!”.
Muchas gracias Juanjo por este hermoso recordatorio de Fraternidad, Humanidad, Amor al prójimo..!! Un abrazo de Unidad..!!
Hola Juani, me alegro de que recibas con agrado mi nueva entrada. Nació al imaginar lo que pensarían unos seres galácticos más desarrollados que nosotros en estos momentos. Un abrazo.JUANJO