En el universo observable hay un número inmenso de galaxias, cada una de las cuales contiene a su vez una cantidad enorme de estrellas. Parece coherente pensar que algunas —o incluso muchas— de esas estrellas puedan tener planetas orbitando a su alrededor, estructuras semejantes a nuestro sistema solar.
¿Habrá vida en esos planetas? Si respondemos afirmativamente, ¿qué especie o especies los habitarán? Sin duda que se tratará de organismos adaptados a las condiciones que imperen en cada planeta: temperatura, gases de su atmósfera, radiaciones…
Estos razonamientos, aunque basados en la lógica, no dejan de ser meras especulaciones, y mientras esos hipotéticos seres no se manifiesten de algún modo (comunicándose con nosotros o apareciendo en sus naves), no podremos asegurar su existencia. ¿Nos encontramos en un callejón sin salida?
Cuando la ciencia investiga si hay vida en el universo —enviando una sonda, analizando datos de satélites o de otros modos— busca parámetros similares a los de la vida física aquí en la Tierra. En base a esa premisa la ciencia puede decir, por ejemplo, que no es probable que exista vida en Venus, puesto que su atmósfera tiene una gran concentración de dióxido de carbono y una temperatura de casi 500 ºC.
También es posible mantener un punto de vista diferente al de la ciencia y definir la vida como conciencia, lo cual significa que la vida puede existir con independencia de las condiciones físicas que predominen en un lugar.
Del mismo modo, ¿es posible que el Creador de los campos (planetas) haya implantado en cada uno de ellos las semillas (seres) apropiadas a las condiciones de ese lugar para que en él se desarrolle la vida…?
Si la vida la definimos como conciencia podrá existir en cualquier parte del universo. Más aún, ¿es posible que toda la Creación sea conciencia, y por lo tanto vida? Nadie puede darnos una respuesta que nos sea válida, pero si entramos en nuestro interior con humildad y confianza, la verdad se nos mostrará y tal vez nos sorprenda y nos llene de alegría.