¿Cómo será mi vida en el futuro? Cierro los ojos, y tras unos minutos de quietud interior me percibo visitándome dentro de siete años…
—Bienvenido Juanjo, me alegra verte —me saluda con una cordial sonrisa. Con un gesto de su brazo me propone entrar en la casa. Atravesando un pasillo llegamos a una estancia amplia y sobria. Junto a una de las ventanas con vistas al jardín hay una mesa de camilla y dos sillones. Tocando el respaldo de uno de ellos me dice:
—Siéntate aquí en tanto preparo una infusión de salvia con granos de anís, fuerte y en taza grande como nos gusta; vuelvo enseguida y conversamos.
Permanezco de pie junto a la ventana entreabierta. Absorto en mis pensamientos no aprecio la belleza de las dalias y azucenas, ni percibo el agradable olor que desprende el espliego en el cenit de su floración; tampoco reparo en la araucaria gigante que desde su majestuosa altura guarda el jardín.
Al poco retorna portando una bandeja con una tetera y dos tazas altas de boca ancha. Sus movimientos espontáneos y su sonrisa natural muestran que se halla en sintonía con la vida.
Sentados en los sillones, uno frente al otro, permanecemos un tiempo en silencio mirándonos a los ojos y saboreando la infusión.
—Hoy esperaba tu visita; sé lo que deseas preguntarme —me dice pasado un rato—. Para ser feliz no es preciso que creas lo que voy a decirte, pero es ineludible que vivas en coherencia con ello. Permite que sea tu corazón el que me escuche. Y en tono de broma añade: “Que por cierto es siete años más joven que el mío”.
“Nunca te arrepientas de nada, pero aprende de todo. Lo que alcances a desarrollar en ti será fruto por igual de tus aciertos y tus errores”.
“Ama cada situación que la vida te presente, pues hay un propósito en todo lo que acontece. Amate cuando los demás te amen, y también cuando te ignoren. Si te amas te sentirás completo, y aunque estés solo podrás percibir como la vida te abraza. Así, igual que el sol sale cada mañana sin que tú intervengas, se desarrollará en ti un sentimiento de unidad con todo lo que te rodea”.
Hablaba muy despacio. Yo sentía la sabiduría en cada una de las palabras que escuchaba…
“Si has ofendido a una persona, ve y pídele perdón; si te han ofendido a ti, perdona sin esperar a que te lo pidan”.
“Sé amigo de todos, pero reserva tus mejores momentos para ti”.
“Ama a la tierra y siéntete parte de ella; siempre te será fiel”.
Hizo una breve pausa para verter té en ambas tazas y añadió:
“Sé a manera de la montaña que guarda como un tesoro la nieve que el cielo le regala en invierno. Al llegar el estío la entrega en forma de agua a los hombres y a la naturaleza. Igual tú: siente crecer tu amor hasta que no puedas contenerlo y rebose. Entonces, cuando escasee a tu alrededor, manará de tu corazón”.
Mil gracias por estas bellas palabras.
Bendiciones
Que maravilla Juanjo, muchas gracias 🙂
Muchas gracias. ¡Así deberíamos de recibir a cada uno de nuestros visitantes que entre en nuestro hogar!! Estando muy presentes, regalando siempre un simbólico y sano brevaje, sabiduría y amor.
Y a nosotros mismos, a los siete años o (y mejor) día a día ,,, 😉
Merci infiniment, sois beni.
Que sensación tan hermosa sentí al leer este artículo. Gracias. Bendiciones.
Claret, gracias por compartir ese bello sentimiento. Un cordial saludo.JUANJO