Existe una Conciencia Infinita, la Conciencia de toda la Creación. En Ella están, en grado infinito, todas las cualidades que existen: Sabiduría, Alegría, Plenitud, Inteligencia, Belleza, Unidad… Amor. De esa Conciencia Infinita procede toda la Vida que conocemos y la infinita Vida que no conocemos. Por ello, a esa Conciencia también podemos llamarle Vida, con mayúsculas, pues toda la Vida ha sido creada por Ella. E igualmente podemos llamarle Amor, que es su cualidad esencial.
En esa Conciencia Infinita estamos nosotros los seres humanos. Y aunque nuestra capacidad es llegar a ser esa Conciencia Total, ese Amor Infinito, en este momento de nuestro proceso evolutivo solo hemos desarrollado una pequeña parte de ese inmenso potencial. Todas las personas tenemos la misma capacidad, aunque no la hemos desarrollado por igual. De toda la Conciencia Infinita que existe, la porción que cada persona ha logrado activar en ella es la que constituye su Conciencia individual.
Parte de la Conciencia individual de una persona puede existir en ella de modo inconsciente, velada por el olvido, para que pueda entonces vivir determinadas experiencias y aprender. Esta es una de las razones por las que no podemos saber nunca el nivel evolutivo de una persona, sean cuales sean sus acciones o circunstancias de vida.
Resumimos brevemente estos dos conceptos de Conciencia:
= Conciencia Infinita es el conjunto de todas las cualidades que existen en la Creación: Belleza, Paz, Alegría, Unidad, Inteligencia… Amor. Todas ellas en grado infinito. A esta Conciencia Infinita se le llama de muchos modos: Conciencia Total, Ser Supremo, Divinidad, Vida, Dios, Amor, etc.
= La Conciencia individual de una persona es la parte de la Conciencia Total que ha logrado desarrollar, y es con la que esa persona se maneja en su vida. Abarca, entre otras muchas más cualidades, sus ideas, su capacidad de aceptar cómo se manifiesta la Vida, su potencial de comprensión, su modo de pensar, su capacidad de sentirse unida a los demás, su aptitud de Amar, etc. Parte de la Conciencia individual de una persona puede permanecer inconsciente para ella.
¿Para qué estamos aquí en la Tierra? Esta pregunta puede tener muchas respuestas, y una de ellas puede ser esta: “Estamos aquí en la Tierra para crecer en Conciencia.» O lo que es lo mismo: «Para desarrollar nuestra inteligencia, sabiduría y plenitud; para desarrollar nuestro sentimiento de unidad con todo lo que existe; para sentir Amor hacia todo lo creado.»
(Recordemos que cuando hablamos de los atributos o cualidades de la Conciencia de una persona individual, como Inteligencia, Unidad, Paz, Sabiduría, Amor, etc., nos referimos siempre a atributos del Alma, que es eterna. Cuando la persona los desarrolla, ya permanecen activados en ella para siempre y nunca desaparecen, ni siquiera con la muerte).
¿Qué se puede hacer para crecer en Conciencia? Lo primero y esencial es “reconocer en nuestro interior que no sabemos”. Nos decimos: “Yo sé que no sé, pues más allá de que quiera impresionar a otros, o me pase el tiempo engañándome a mí mismo, en verdad que no sé nada de lo que verdaderamente es importante. De lo que es esencial y trascendente yo no sé nada». Si quiero ampliar mi Conciencia individual he de empezar por eso, por reconocer que “yo no sé”. Este es el primer paso que hemos de dar para empezar a aprender.
El reconocer que “yo no sé” es una gran verdad, porque si yo admito que la Conciencia Infinita es Amor, que la Vida infinita es Amor, ¿Cómo es que hay guerras en el mundo? ¿Para qué se producen las grandes catástrofes, los terremotos y las inundaciones? ¿Por qué y para qué nacen niños con graves malformaciones? ¿Cómo es que en el corazón de algunas personas hay Amor, y en el de otras parece que no lo hay? ¿Cuál es la razón de que existan enfermedades que provocan dolor y sufrimiento? ¿Por qué hay tantas injusticias? ¿Existe un Dios? ¿Cómo es, en caso de existir? ¿Se acaba todo cuando uno se muere, o hay algo más? Y si lo hay, ¿qué es?… Ya vemos que de los temas importantes sabemos muy poco, quizás nada. Por tanto empezamos por reconocer que no sabemos.
Una vez que hemos reconocido en nuestro interior que no sabemos, cogemos nuestra cartera y nos vamos a la escuela a aprender. La escuela es la Vida, nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. Y la cartera con la que vamos a aprender a la escuela de la Vida es nuestra actitud de aprendiz, es decir, nuestra apertura y nuestra disposición a aprender.
El ser aprendiz de la Vida es un noble y bello oficio que nos acerca, paso a paso, a sentir cada día más y más la perfección, la belleza, la armonía y el Amor de todo lo creado, de todo lo que es. Cuando yo creo que sé no aprendo, me encierro en mí, en cómo creo que deben de ser las cosas, en lo que está bien y en lo que está mal, en juzgar, catalogar y clasificar todo lo que es, incluidas las personas y sus actos. Así vivo aislado de toda la Conciencia que me rodea.
Ser aprendiz no supone colocarse en un plano de inferioridad respecto a los demás. Al contrario, solo en la actitud de aprendiz sintonizamos con la plenitud que la Vida infinita manifiesta. Es al ser aprendices cuando la Conciencia Total, el Amor de la Creación, comienza a desvelarnos sus propósitos, las razones por las cuales suceden las cosas. Pero recordemos que solo al aprendiz auténtico le muestra la Conciencia Creadora el Amor que se expresa por doquier, el Amor que hay en el corazón de cada Ser, en su propio corazón.
Vamos a ver cómo desarrollar nuestra Conciencia individual cuando vivimos en actitud de aprendiz algunas situaciones que la Vida nos presenta cada día. Recordemos que siempre hablamos de procesos, no de logros instantáneos, por lo que hemos de ser pacientes hasta llegar a ser un buen aprendiz.
I.- COMO SER APRENDIZ DE LA VIDA CUANDO ESCUCHAMOS A UNA PERSONA
Nosotros podemos oír con gran atención lo que otro nos dice, pero eso no es garantía de que estemos escuchándole. El oír es una función del oído físico, en tanto que escuchar es una función de nuestro Ser Interno, de nuestra Alma. Si queremos que escuche nuestra Alma, lo hemos de hacer de este modo: al oír las palabras de otra persona, nuestra mente ha de permanecer en silencio. Debemos acallar todo pensamiento, al tiempo que todo impulso interior de aprobación o de rechazo de lo que esa persona dice.
Si perseveramos, llega un momento en el que nuestros oídos oyen las palabras que dice esa persona, en tanto que nuestra Alma escucha lo que transmite su Alma. EL OÍDO OYE, EL CORAZÓN ESCUCHA. Entonces sí estamos en actitud de aprendiz.
Cuando las personas decimos cosas con nuestras palabras, a menudo no es lo que sentimos. No me refiero a que estemos diciendo mentiras (que a veces también las decimos), sino a que nos hemos habituado a fingir, a quejarnos para que se nos acoja y se nos mime, a parecer seguros mientras temblamos por dentro, a querer mostrar que algo no nos importa cuando es vital para nosotros, etc. Muchas veces ni nosotros mismos nos conocemos, tan llenos como estamos de trampas.
Al escuchar a un amigo o a un familiar del modo que aquí decimos, sin juzgarle mentalmente, escuchamos tanto sus palabras como el sentir de su Alma. Tal vez esa persona parece alegre y el tono de sus palabras es desenfadado, mientras que en su interior sufre y pide socorro.
Siempre que escuchamos desde nuestra Alma se producen dos consecuencias:
1ª Crecemos en Conciencia. Al escuchar de este modo auténtico, nuestra Alma se une con la de la otra persona, de modo que su sentir, sus anhelos, sus ilusiones, sus preocupaciones, etc., son reconocidos por nuestra Alma, resonando en ella en forma de sabiduría. ¿Qué sentiremos entonces hacia esa persona? Solo Amor podremos sentir, pues en mayor o menor medida ella y nosotros nos vamos sintiendo unidos, uno.
2ª Ayudamos a esa persona. Si corresponde que le aconsejemos, lo haremos desde un sentimiento de unidad y Amor, y seguro que nuestro consejo le será útil en esas circunstancias que está viviendo. Pero es muy probable que al sentirse verdaderamente escuchada, pueda reconocer el origen de su problema y encontrar ella misma la solución. En estos casos no hará falta que le aconsejemos.
Algunas ideas prácticas para trabajar la escucha:
a) Comencemos nuestras prácticas en los casos en los que no estamos muy involucrados. Por ejemplo mientras escuchamos una conferencia; cuando estamos presentes en la conversación de otras personas y en la que el tema que se trata no nos concierne directamente; al ver una entrevista en la tele, etc.
b) No nos ejercitemos muchas veces al día. Como al principio cuesta un poco escuchar de este nuevo modo, podemos cansarnos y desanimarnos. Elegiremos dos o tres ocasiones al día para practicar, y con ello es suficiente.
c) En tanto practicamos la escucha habrá ocasiones en las que sentiremos un impulso muy fuerte de hablar para justificar algo que hemos hecho y de lo que se nos acusa, o para mostrarle al otro que sabemos más que él, o para convencerle a toda costa de algo, o… En estos casos, seguimos escuchando sin caer en esas trampas que nosotros mismos nos ponemos. Cuando nos llegue el turno de hablar, entonces intervendremos con calma.
d) Recordemos que cuando decimos que hay que escuchar sin valorar lo que dice el otro, esto se aplica a todo lo que él dice, tanto a aquello con lo que no estamos de acuerdo, como a lo que sí lo estamos.
Nos ayuda en nuestro objetivo de ser aprendices el dividir nuestra atención, de modo que al tiempo que escuchamos, estamos también atentos a nuestra respiración. Nos centramos en escuchar lo que dice la persona, mientras que seguimos el ritmo de nuestra respiración. De este modo, cuando nos despistemos y nos demos cuenta que estamos en la mente, juzgando lo que la otra persona nos dice, volvemos nuestra atención a la respiración como ayuda para retornar a la escucha.
II.- SER APRENDIZ MIENTRAS HABLAMOS NOSOTROS
Parece lógico pensar que cuando hablamos no ampliamos nuestra Conciencia, pues lo que estamos haciendo es decir en voz alta lo que ya sabemos, lo que ya está en nuestra Conciencia. Pero nosotros podemos hablar de dos modos distintos: desde nuestra personalidad o desde nuestro Ser.
Cuando hablamos desde la personalidad no avanzamos, no ampliamos nuestra Conciencia, pues estamos expresando nuestros esquemas de pensamiento, sentimientos, miedos, anhelos… Estamos, en definitiva, reforzando lo que ya somos, perpetuándonos en nuestras trampas, en nuestros temores, en nuestros mecanismos de defensa.
En cambio, cuando hablamos desde nuestro Ser, sí aprendemos. ¿Qué es hablar desde nuestro Ser? Como yo reconozco que no sé y deseo ser un aprendiz, pierdo todo deseo de imponer a los demás mi modo de pensar, no deseo convencerles a toda costa de mis puntos de vista, ni deseo salir triunfante en todas las conversaciones. ¿Se trata entonces de no hablar? Claro que hablaré, pero diré únicamente aquello que sienta en mi corazón, más allá de que pueda reportarle o no un beneficio a mi personalidad. Al tiempo, reconoceré que para mí es más enriquecedor escuchar que hablar.
La actitud de aprendiz supone siempre, sin excepción, mantener toda la atención en uno mismo. Por eso cuando hablo con una persona, mi atención debe estar en mí, para conocerme, para reconocerme. Tenemos la tendencia muy arraigada, de creer que aprendemos estando atentos a lo que sucede fuera de nosotros. Claro que fuera de nosotros pasan cosas, incluso cosas muy importantes, pero es lo que ellas mueven en mí, lo que me provocan, lo que me activan, lo que he de percibir para aprender. Nadie puede aprender nada fuera de él. Todo está en nuestro interior, y por ello somos aprendices de nosotros mismos. Lo que sucede fuera es solo una ayuda para que yo me conozca, me reconozca.
Desde siempre se ha sabido que el paso esencial para crecer en Conciencia es ir conociéndose uno mismo. Una de las frases más famosas de la antigüedad estaba escrita en la puerta del templo de Apolo en Delfos, en la antigua Grecia, y decía así: “Conócete a ti mismo”. Muchas escuelas de conocimiento han hecho uso de esta frase, dado que es fundamental el conocerse uno mismo para comprender, amar e integrar todo lo que existe.
III.- SER APRENDIZ EN LAS RELACIONES Y SITUACIONES DIFÍCILES
¿Qué hacer cuando una persona es conflictiva o cuando su comportamiento es del todo incomprensible para nosotros, incluso inaceptable? ¿Se puede hacer algo en estos casos?
De entrada, decir que sólo tras un tiempo de práctica en nuestra tarea de ser aprendiz, podremos afrontar con mayor o menor éxito estos casos difíciles. Se pueden dar dos supuestos: en el primero de ellos tenemos la posibilidad de separarnos de esa persona. No tenemos porqué permanecer junto a ella ni aguantar su comportamiento o modo de ser. El segundo comprende aquellos casos en los que por circunstancias de la Vida hemos de convivir con esas personas conflictivas.
En este primer supuesto lo más coherente parece ser alejarse de esa persona complicada. ¿Es esto lo mejor que podemos hacer…? Cabe también la posibilidad de seguir relacionándonos con ella para avanzar en nuestro proceso de aprendizaje. Pensemos que si la Vida nos presenta estos casos, alguna razón habrá detrás. No es cuestión de estar huyendo de todo lo que no entendemos o no nos gusta. No se trata de huir, pero sí de ser realistas y prudentes. Nuestra sabiduría interna nos dirá.
Hay otros casos en los que alejarnos de esas situaciones no está a nuestro alcance y hemos de afrontarlas. Son los casos de las relaciones con familiares con los que convivimos, en el trabajo al relacionarnos con los compañeros o con el jefe, etc. Entrarían también aquí aquellas circunstancias que la Vida nos presenta y de las que no podemos huir, como los casos de enfermedad, el sentimiento de soledad o de abandono, o cualquier otra circunstancia difícil. Con actitud de aprendiz hay que aceptar lo que la Vida nos presenta, por mucho que nos cueste.
Si pensamos que las cosas suceden por azar, como a menudo creemos, nos sentiremos impotentes y vencidos de antemano en los casos difíciles. Si nos abrimos a aceptar esa experiencia difícil, la viviremos de otro modo y ampliaremos nuestra Conciencia. No obstante seguiremos sintiendo que la experiencia es dura y difícil, e incluso podremos creer que es injusta. Pero llegará un momento en el que sentiremos que en nosotros brotan ciertas cualidades, fruto de nuestro esfuerzo de aceptación. Y así hasta llegar a ese momento mágico en el que sentiremos la Sabiduría y el Amor que gracias a esa experiencia hemos desarrollado.
(En el artículo «La aceptación de la Vida como camino espiritual», de fecha 28/06/13, se ve en profundidad el tema de la aceptación de la Vida, camino directo para crecer en Conciencia, Amor y Unidad con todo lo creado).
Gracias por este artículo tan bonito, es maravilloso tener esta actitud constante de aprender.
Todos los días me enfrento a situaciones similares a las del artículo, por eso considero excelente los conceptos aquí expuestos, me sirven de gran ayuda, ya que están muy cercanas a mí personas a las que amo y difieren totalmente de mi poder de comprensión y análisis, hasta en los temas más simples. Gracias.
me parece de gran ayuda todo lo aquí expuesto y pues es de mucha importancia estos temas para mi que estoy en un proceso como de quien soy en verdad o cual es mi misión ya que lo que me rodea no me llena y al contrario me entristece pero por lo menos ya se que todo hace parte de un aprendizaje y claro soy un aprendiz.
Muy interesante lectura, sin embargo el ALMA no es de la persona, el ALMA tiene dueño y no es precisamente la persona, ha sido siempre un mecanismo de confusión, el ESPIRITU en cambio es el que trasciende, investiga un poco y lo sabrás
Gracias,la vida es una escuela maravillosa y sabia , si no lo aprendemos ,ella se encarga de que repitamos hasta haberlo aprendido.gracias.besos.