LA MEDITACIÓN

Con frecuencia los seres humanos no somos previsores y solo nos ocupamos de los problemas cuando se presentan. A lo largo de nuestra vida es normal que pasemos por experiencias de dolor y sufrimiento, pues esa es la condición humana. Al vivir una circunstancia difícil nos gustaría tener la capacidad de superarla y dejar de pensar en ella.

Al practicar la meditación, de modo natural, comienzan a desarrollarse en nosotros una serie de cualidades que nos permiten afrontar las experiencias que vivimos desde un mayor nivel de paz y confianza. Esta es una buena razón para empezar a practicar la meditación ya, ahora.

Hay personas que sienten rechazo al oír hablar de la meditación. Algunas piensan de este modo en base a opiniones que han escuchado, y otras más imaginan que la meditación la realizan personas que pertenecen a religiones extrañas o incluso a sectas. Pero lo cierto es que la meditación no es ningún tipo de creencia o religión, y cualquiera puede practicarla: un niño o una persona mayor; un budista, un católico o un no creyente; alguien con mucha cultura o una persona sin estudios… 

¿QUÉ ES LA MEDITACIÓN?

La meditación es un estado de atención especial que nos capacita para la vida, al tiempo que un camino para desarrollar el maravilloso potencial que realmente somos.

Durante el periodo de meditación, el meditador está totalmente alerta y consciente, en tanto que su cuerpo y su mente permanecen en paz y armonía.

¿CUÁL ES SU UTILIDAD?

La meditación nos ayuda a centrar la mente y superar su tendencia a la dispersión.

Nos posibilita vivir en el único momento que verdaderamente tenemos y en el cual transcurre la vida: el momento presente.

Por medio de la meditación conseguimos disminuir nuestros niveles de ansiedad y estrés. Como consecuencia nos sentiremos más relajados y con mayor calidad de vida.

Al meditar accedemos a nuestro interior y logramos conocernos mejor. Y es entonces cuando podemos saber lo que realmente nos hace felices.

Además de otras muchas ventajas, la meditación es un medio seguro, fiable y contrastado para alcanzar el propósito por el cual estamos aquí en la tierra: sentir que la Conciencia Suprema, Dios, mora en nosotros.

Los efectos beneficiosos de la meditación no se limitan al tiempo en que realizamos los ejercicios, sino que permanecen en nosotros al finalizarlos y nos ayudan en las experiencias que vivimos cada día, por lo que sus frutos son acumulativos en el tiempo.

 TIPOS DE MEDITACIÓN

Hay muchas clases de meditación: meditación trascendental, zen, vipassana, caminando, de contemplación, de visualización… En este breve artículo vamos a compartir un tipo de meditación que es muy fácil de aprender y sencilla de practicar: “La meditación de atención en la respiración ayudándonos del conteo”, a la que coloquialmente podemos llamar “meditación del conteo”.

El propósito de este artículo es que al leerlo con atención un par de veces, podamos sentirnos preparados para meditar, sabiendo como solucionar cualquier obstáculo o duda que aparezca durante la práctica. 

LA MEDITACIÓN DEL CONTEO

1º EL LUGAR. Los únicos requisitos imprescindibles que ha de reunir el lugar elegido para meditar es que en él nos sintamos cómodos y tengamos la seguridad de no ser interrumpidos durante el tiempo que dura la meditación.

Para el resto de condiciones aplicamos el sentido común: apagamos el móvil y descolgamos el teléfono fijo; cerramos la puerta de la habitación; corremos las cortinas para crear un ambiente más recogido…

Meditar siempre en el mismo lugar y a las mismas horas, ayuda a que nos relajemos con mayor facilidad y crea una buena predisposición para la práctica.

2º CÓMO Y DONDE SENTARSE. Nos sentaremos de modo que estemos cómodos, aunque teniendo en cuenta que la espalda ha de permanecer recta. Por ello, meditar sentado en un sofá o en un asiento muy mullido no es lo más conveniente, además de que puede propiciar el sueño. No obstante, si mantener la espalda recta nos molesta, nos sentamos como lo hacemos usualmente.

Los ojos permanecen cerrados con naturalidad. Las palmas de las manos se colocan en el regazo mirando hacia arriba, la de la mano izquierda posada sobre la de la derecha. Si de este modo las sentimos forzadas, las colocamos de otra forma.

3º LA RESPIRACIÓN. Durante la meditación es conveniente que la respiración sea abdominal, es decir, respiramos llevando el aire al abdomen. Esta es la respiración que tenemos cuando dormimos y es también la que tienen los bebés. Si respirar de este modo nos supone una incomodidad, lo haremos de la forma que estamos acostumbrados.

Se recomienda fijar la atención en la zona comprendida entre el labio superior y la nariz. Con la práctica se nota como el aire toca suavemente esa zona, tanto al entrar como al salir. Si esto nos crea alguna tensión, podemos centrar la atención en los movimientos del abdomen al llenarse y vaciarse de aire; en las manos; en el centro de la frente o en otra parte del cuerpo.

Durante el tiempo de la meditación es esencial que no intentemos variar nuestro modo normal de respirar, y que sigamos haciéndola con la intensidad y frecuencia habitual. Cuando llevemos un tiempo practicando la meditación apreciaremos que la respiración ha ido variando y es más pausada e imperceptible. Este cambio ha de suceder de modo natural, sin que lo forcemos conscientemente.

Aunque no vamos a exponer el modo de realizarlo porque se escapa del ámbito de este artículo, sepamos que con un poco de práctica es posible pasar de la respiración de pecho a la abdominal, que es mucho más completa y beneficiosa.

Estos puntos 1º, 2º y 3º son solo orientaciones a tener en cuenta para propiciar la meditación, pero ante cualquier duda lo mejor es que confiemos en nosotros y tomemos las decisiones que creamos adecuadas.

4º LA MEDITACIÓN. Repasamos mentalmente nuestro cuerpo para asegurarnos que está relajado; aflojamos los hombros; comprobamos que la espalda está recta; cerramos los ojos; hacemos media docena de respiraciones para centrar nuestra atención y comenzamos el conteo.

En la primera respiración, al inspirar, mentalmente decimos ”uno”, y al espirar decimos nuevamente “uno”; en la segunda respiración decimos “dos” al inspirar, y también decimos “dos” al espirar; en la tercera decimos “tres” al inspirar y “tres” al espirar; y seguimos con “cuatro” y “cuatro”, “cinco” y “cinco”…  y al llegar a la décima respiración igualmente diremos ”diez” al inspirar y “diez” al espirar. Acabadas estas diez respiraciones —lo que compone un ciclo completo—, sin pausa ni cambio de ritmo, seguimos contando, pero empezando nuevamente por el uno. Así después de decir “diez” al inspirar y “diez” al espirar, diremos “uno” al inspirar y “uno” al espirar; en la siguiente respiración diremos “dos” al inspirar y “dos” al espirar y así sucesivamente, recordando que después de “diez” volvemos a empezar por “uno” al inspirar y “uno” al espirar… Esta es la secuencia que se repite todo el tiempo que dura la meditación.

Recordemos que el conteo se hace de modo mental, no con palabras.

5º LA DURACIÓN. Podemos comenzar haciendo dos sesiones de meditación al día, una por la mañana y otra por la tarde o por la noche, cada una de ellas de unos tres minutos de duración, lo que puede suponer unos 4 ó 5 ciclos completos de conteo de uno a diez, dependiendo del nuestra forma particular de respirar. Si hacemos un ensayo mirando el reloj veremos cuantos ciclos de diez respiraciones tienen cabida en tres minutos.

Pasada una semana aumentamos en un minuto la duración de cada sesión de meditación, y seguiremos añadiendo un minuto más cada nueva semana hasta llegar a realizar dos meditaciones diarias de 10-15 minutos cada una. Confiemos en nosotros y sabremos cuanto tiempo es conveniente que dure cada sesión de meditación.

Estas cifras hemos de tomarlas como orientativas, y no como valores absolutos.

6º MODO DE FINALIZAR LA MEDITACIÓN. Cuando deseamos terminar la meditación esperamos hasta acabar un ciclo completo de conteo, es decir, cuando mentalmente digamos “diez” al inspirar, y “diez” al espirar. Entonces no nos levantamos bruscamente, sino que hacemos media docena de respiraciones algo más profundas y largas. Después abrimos suavemente los ojos, movemos los brazos y las piernas…

DUDAS QUE SE NOS PUEDEN PLANTEAR

Todas las dudas pueden resolverse aplicando el sentido común. Por ejemplo, aunque durante la meditación hemos de permanecer quietos, puede ser que sintamos picor en una parte del cuerpo, incomodidad en una pierna o en un brazo… En cualquiera de estos casos lo primero que haremos será evaluar si podemos continuar con la meditación sin que ese inconveniente la altere.

Es normal que cuando no tenemos costumbre de permanecer quietos y en silencio, atentos a uno mismo, “aparezcan” picores, dudas, molestias…, que  requieren nuestra atención, pero podemos obviarlas y seguir meditando. Si verdaderamente necesitamos rascarnos, movernos, abrir los ojos…, lo haremos con suavidad procurando afectar lo menos posible la meditación.

¿Cuáles son las mejores horas para meditar? Lo ideal son dos sesiones de meditación al día, una al levantarnos o tan pronto nos sea posible, y otra antes de cenar o de irnos a la cama. Si en esos momentos no podemos, adaptamos la meditación al tiempo disponible, teniendo en cuenta las ideas generales que hemos mencionado y todo aquello que sintamos lógico, como por ejemplo no meditar tras una comida.

La actividad normal de la mente es pensar, y eso es lo que hace siempre, incluso cuando se está meditando. El propósito de la meditación no es conseguir que la mente “pare” y deje de pensar, sino que el meditador deje de prestar atención a los pensamientos que surgen y que pueda percibirlos como en un segundo plano. Tan pronto se da cuenta que está siguiendo algún pensamiento y ha olvidado el conteo, con serenidad desvía su atención del pensamiento y la lleva al conteo, comenzando por el “uno”, “uno”…

¿Y si aparece algo inesperado, una “causa mayor”? Con naturalidad interrumpimos la meditación y atendemos el imprevisto. Una vez resuelto podemos comenzar una nueva sesión si lo creemos conveniente.

conteoERRORES MÁS FRECUENTES

Los dos errores más habituales que se cometen (especialmente en las primeras sesiones de meditación) están relacionados con el conteo, y ambos tienen fácil solución:

a) Primer error: puede surgir un pensamiento que atrapa nuestra atención y como consecuencia nos olvidamos del conteo. Tan pronto nos damos cuenta de nuestro despiste, retomamos el conteo empezando por “uno”, “uno”…

b) Segundo error: en otras ocasiones estamos “distraídos” y nos pasamos del número “diez”. Al recuperar la atención tal vez nos escuchemos decir mentalmente “quince”, “quince”; “dieciséis”, “dieciséis”… La solución aquí es la misma que en el caso anterior: comenzamos un nuevo ciclo de conteo con “uno”, “uno”…

Cualquier otro error en el que podamos incurrir, como por ejemplo repetir un número, dudar si un número ya lo hemos dicho o no… tiene el mismo tratamiento: iniciar un nuevo ciclo de conteo.

Al volver al conteo (comenzando siempre por el “uno”, “uno”…), lo haremos de un modo relajado y armónico, sin quejarnos ni pensar que somos unos despistados. Estamos aprendiendo a desarrollar nuestra capacidad de concentración y nos damos todas las oportunidades que necesitemos. La mente es obstinada y no quiere dejar el mando, pero nosotros, con calma y confianza, vamos a perseverar y alcanzar la meta.

La meditación es una técnica sencilla que nos permite alcanzar estados emocionales equilibrados que nos proporcionan una mayor felicidad y eficacia en la vida. Además nos ayuda, como ningún otro medio conocido, a desarrollar lo que en verdad somos: esencia divina.

 

 

 

 

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Juan José

2 comentariosDejar un comentario

    • Maguita, gracias por tu comentario. Me alegra que pueda serte útil este artículo sobre las meditación. Efectivamente es muy sencillo, pero aquél que lo sienta puede investigar en internet, en libros, acudiendo a un centro de meditación… Además, recordemos que en nuestro interior todos somos sabios. Confiemos en nosotros mismos para decidir qué nos es beneficioso y qué no. Un cordial saludo. JUANJO

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