En la República de Florencia, a comienzos del s. XVI, sus gobernantes pretendían crear una escultura monumental de David (el pastor que con su honda mató a Goliat), con la finalidad de que fuese un símbolo de poder frente a los Estados vecinos. Para este propósito se encargó un gran bloque de mármol blanco de Carrara (denominado “el gigante”) y se encomendó el trabajo de tallar la piedra a varios escultores, aunque ninguno de ellos fue capaz. Finalmente, la tarea se le confió a Miguel Ángel, que creó la hermosa estatua de David que conocemos.
Actualmente la escultura se encuentra expuesta en la Galería de la Academia de Florencia. Hasta el año 1910 estuvo ubicada en la Plaza de la Señora; desde entonces en su lugar se erige una copia de la obra a tamaño real realizada también en mármol.
¿Era acaso Miguel Ángel un escultor más diestro y hábil que aquellos que no lograron tallar el mármol? Es probable, aunque eso no lo podemos asegurar. Pero sí sabemos que Miguel Ángel poseía un don: antes de comenzar a esculpir, él ya veía dentro del gran bloque de mármol la estatua de David perfectamente acabada, con toda clase de detalles. Su labor consistía entonces en desbastar el bloque quitándole los trozos de mármol que cubrían la bella figura que permanecía cautiva en su vientre.
Nuestra tarea es semejante a la que realizó Miguel Ángel, aunque no en un bloque de mármol, sino cada uno consigo mismo. En nuestro interior ya somos completos, de modo que nada podemos añadir que nos haga más perfectos. Poseemos, y en grado sumo, todos los atributos de la Creación: paz, sentimiento de unidad, alegría, capacidad de acogida, sabiduría, compasión… Amor. Y la única razón por la que estamos aquí en la Tierra es para desarrollar y expresar esa plenitud que permanece oculta dentro de nosotros, al igual que la estatua de David lo estaba en el bloque de mármol.
¿Y cómo se consigue sacar a la luz y compartir con los demás la belleza que somos?… Viviendo desde ya como si esa perfección estuviese manifiesta. Así, al expresarla, al vivirla, al compartirla, es cuando se hace real.
Pero por experiencia sabemos que en ocasiones nos invade una emoción negativa que se adueña de nuestra voluntad. Puede presentarse en forma de temor, tristeza, envidia o cualquier otra energía de baja vibración. En esos momentos poca alegría, bondad o Amor podremos sentir y compartir con los demás. Es necesario que nos vayamos desprendiendo de los sentimientos nocivos para que pueda surgir la belleza que internamente somos. Para ello propongo dos líneas de trabajo.
P R I M E R A L I N E A D E T R A B A J O
Tenemos que llegar a creer y aceptar que aquello que sentimos es justamente lo que emitimos. Si mantenemos sentimientos positivos, como alegría o paz, esa es la energía que sale de nosotros; si por el contrario se trata de sentimientos negativos, como pesimismo o ira, esa vibración es la que entregamos a los seres de nuestro entorno.
En esta línea de trabajo no se requiere de un tiempo específico para ponerla en práctica. Podemos continuar con nuestras actividades habituales, pero con un cambio de actitud para que nuestras cualidades internas puedan expresarse. ¿Qué hacemos en un día normal? Hablamos con otras personas; les escuchamos; tenemos pensamientos que a veces nos llevan al pasado o nos proyectan al futuro; vivimos alegrías y dificultades; pasamos por momentos de armonía y otros de irritabilidad…
¿Cómo sería vivir lo mismo pero permitiendo que aflore la belleza que hay en nuestro interior? Unos ejemplos sencillos:
1º Al hablar con una persona: mantener siempre el propósito de expresar la verdad diciendo únicamente aquello que sentimos. En ocasiones sentiremos que no procede expresar toda la verdad, y en esos supuestos podremos dosificarla, pero nunca está justificada la mentira.
Prestemos atención a las ocasiones en las que nos alejamos de la verdad para agradar al otro, quedar bien, conseguir algo… En estos casos nos engañamos a nosotros mismos y, además, emitimos una energía falsa generada por el temor, el deseo de destacar… Esa vibración impregnará nuestro entorno y tendrá unas consecuencias.
2º Al escuchar a alguien: lo importante no es lo que la otra persona dice, sino nuestra disposición a escucharla con plena atención. Cuando así lo hacemos, estamos activando nuestro potencial interior. Esta atención no ha de ser únicamente a nivel externo, por respeto al que habla, sino sobre todo a nivel interno.
3º Pensamientos y sentimientos:
a)Tan pronto nos demos cuenta, pondremos todo nuestro interés en transformar en positivos los pensamientos y sentimientos que no lo sean.
b) Desechamos de nuestra mente los pensamientos de queja o crítica hacia otras personas. Igualmente rechazamos acusar o culpar a otros o a nosotros mismos de lo que nos sucede.
c) Cada vez que apreciamos que nuestra mente está en el pasado o en el futuro, la traemos al momento presente.
d) Cuando advertimos que tenemos en la mente un tema al que no paramos de darle vueltas, retiramos la atención de él y la traemos al aquí y ahora.
4º Sobreesfuerzo: las experiencias difíciles son excelentes oportunidades para realizar un sobreesfuerzo y dar la mejor respuesta posible a la situación. La energía y la voluntad que movilizamos en estos casos suponen un importante impulso activador de nuestras cualidades internas.
5º Agradecer: a cada persona, momento, y situación. No es lo mismo decir ”gracias” o “te deseo lo mejor” de modo rutinario que sintiéndolo. Si nos esforzamos en sentir lo que decimos, movilizamos una energía profunda y pura que, además de llegarle a quien va dirigida la frase, activa la belleza que somos en nuestro interior. En cambio, al agradecer de modo rutinario generamos una energía imprecisa que no es útil al otro ni a nosotros mismos.
Recordemos que la palabra “gracias” dicha con sentimiento, es la llave que abre el corazón de la persona a la que va dirigida.
6º Bendecir: bendecimos el nuevo día que la vida nos ofrece; el tener un lugar donde vivir; la comida, a la familia y a los amigos; a nuestros animales de compañía, perro, gato o periquito; el recuerdo agradable de tantas personas que nos han ayudado… Bendecimos a nuestros padres, no importa la relación buena o no tan buena que tengamos con ellos. Adquiramos el hábito de bendecir. Así nos iremos sintiendo uno con la vida, y desarrollaremos las hermosas cualidades que ahora permanecen dormidas.
7º Confiar en nosotros mismos: en nuestro interior ya somos plenos y tenemos la capacidad de dar la mejor respuesta posible a cada situación que vivimos. Esta confianza es la que nos hará avanzar.
S E G U N D A L Í N E A D E T R A B A J O
No podremos desarrollar nuestro potencial si tenemos pensamientos, sentimientos o hábitos nocivos que gobiernan nuestra vida: sentimientos de ira o envidia, de temor o miedo; pensamientos dispersos u obsesivos; el hábito de criticar, de quejarnos o de culpar a otros de lo que nos sucede; falta de confianza en nosotros mismos… Si con frecuencia y de modo intenso nos afecta alguna de estas limitaciones, los trabajos de la línea uno tendremos que complementarlos con otras acciones más intensas, más transformadoras, para con ellas liberarnos de esos obstáculos.
Hay multitud de técnicas, terapias y modos de trabajar para lograr este objetivo. En el artículo anterior “Sanar Pensamientos y Sentimientos”, se mencionan varios. Si alguien desea profundizar en alguno de estos métodos puede hacerlo por medio de libros, artículos, vídeos, talleres, cursos… Siempre que se trate de una terapia, es necesaria la supervisión de un profesional: médico, psicólogo, terapeuta…
También nos puede servir de ayuda “El Acto de Tomar Conciencia”, técnica que he trabajado durante tiempo, y a la que voy a dedicar el próximo artículo. Mi propósito es exponerla con detalle mediante un ejemplo concreto, de modo que aquel que esté interesado pueda practicarla. (Este artículo lo he publicado con fecha 04/04/14).
C O N C L U S I Ó N
¿Cuál es la auténtica razón que nos induce a buscar la plenitud que internamente ya somos?¿Tal vez llegar a ser más felices? ¿Afrontar mejor las dificultades que tengamos que vivir en el futuro? ¿Prepararnos para cuando llegue la vejez y nos sintamos mas limitados?…
Aunque son propósitos muy importantes, ninguno es el fin primordial, pues en todos ellos únicamente nos tenemos en cuenta a nosotros mismos.
El objetivo supremo por el cual venimos aquí a la tierra es para poder sentir que somos sabiduría, compasión, unidad, luz…, Amor. Al activar estos atributos es cuando por medio de nuestros pensamientos, palabras y acciones, podremos servir a la Creación.
Aún no estamos preparados para comprender y aceptar estas ideas, pero cada día van a resonar más en nosotros si nos liberamos de lo que nos impide sentir lo que en verdad somos: “Esencia divina”.
Gracias por compartir este amable artículo.
Gracias