EL DESPERTAR DE LA HUMANIDAD

Diferentes voces, algunas ahora y otras en tiempos pasados, nos anuncian un despertar de la humanidad. ¿A qué se refieren con la palabra despertar? ¿Acaso estamos dormidos?

Observando el recorrido realizado en nuestro proceso evolutivo vemos que comenzamos como seres primitivos y que, tras miles de años de andadura, hemos logrado desarrollar a un alto nivel muchas de las áreas de nuestra vida. La tecnología que hemos creado hace posible que conectemos con otras personas de modo casi instantáneo aunque ellas se encuentren en lugares muy alejados del nuestro. Incluso podemos vernos y sonreírnos mientras hablamos y, si nos apetece, enviarnos un beso. Igualmente es fácil viajar de un lugar a otro del planeta de forma cómoda y rápida.

¿Y qué decir de nuestros hogares? Sin duda son mucho más confortables que las cuevas o chozas de aquellos lejanos tiempos. Con solo pulsar un botón o mover una palanca podemos disponer de agua abundante para nuestras necesidades, iluminar una estancia o acondicionar su temperatura. Visto así, en la distancia, se trata de conquistas prodigiosas, casi auténticos milagros. ¿Hemos conseguido materializar un gran sueño que en aquellos lejanos tiempos no pudimos ni siquiera imaginar?

Estamos en los primeros meses del año 2020 y ha surgido una crisis que afecta, en mayor o menor medida, a toda la humanidad. Hablamos del covid-19, un virus que se trasmite de modo silencioso de unas personas a otras provocando que algunas enfermen y que un pequeño porcentaje muera. Además de la amenaza que el virus supone para nuestra salud, las medidas para erradicarlo han desordenado nuestras vidas en multitud de aspectos, hasta el extremo de no saber si seremos capaces de encontrar el equilibrio.

No es exagerado decir que el covid-19 es un enemigo del colectivo humano en su conjunto, pues no hace distinción de raza, cultura, país o continente. Parece coherente que ante un enemigo común toda la humanidad decida unir fuerzas y dar una respuesta. Unir fuerzas puede significar, entre otras muchas consideraciones, que los países comparten toda la información que poseen sobre el virus: datos y cifras que es ventajoso conocer, las medidas que funcionan y pueden adoptarse, las investigaciones científicas en curso y sus resultados…

Más aún, como se requieren determinados materiales para diagnosticar la infección y paliar sus efectos (test, mascarillas, trajes protectores, respiradores…), aquellos países con empresas preparadas fabrican estos productos y los ponen a disposición (a precios de coste o poco más) de aquellos otros que los precisan para proteger a las personas, cuidar a los enfermos y salvar vidas.

¿Lo estamos haciendo así, cooperando, compartiendo y trabajando como una unidad, o por el contrario cada empresa y país mira únicamente por sus intereses? Con la respuesta que demos a esta pregunta sabremos con total certeza si tienen razón los que nos hablan de la necesidad de un despertar de la humanidad.

Un despertar urgente para que, con los ojos muy abiertos, creemos unos vínculos diferentes entre nosotros, una unión genuina basada en la cooperación, el respeto, la solidaridad y, con el tiempo, el amor. Entonces, ante un problema, podremos decir: “Sé que afronto esta dificultad con la ayuda de mis hermanos”. Llegado ese tiempo la humanidad está despierta.

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Juan José

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